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Hace ya unos años, tuvimos una interesante discusión en un foro sobre los platos «deconstruidos». Me llamó sobremanera la atención la discusión y los distintos puntos de vista que se plantearon entonces sobre ciertos platos originales y sus versiones denomidas hoy en dia: «deconstruídas». Pero me voy a divertir un rato haciendo afirmaciones ligeras y sin mucho rigor histórico-cientifico:
En medio de los argumentos que «salieron a flote» durante la «cyberdiscusión» me llamó poderosamente la atención un ejemplo que un forista puso para ir en contra de los inventos. A mi me pareció GENIAL. Así que a mis amigos portugueses les digo: tomen nota… Patenten este invento buenísimo y láncenlo por allá, capaz que “se forran” con un “pabellón lusitano” o “bandeja lusitana”…
Si los colombianos tienen la famosa “bandeja paisa” que no es más que un pabellón “cachaquizado” ¿por qué no lanzar un pabellón a la portuguesa? Creo que un plato que contenga un puré bien elaborado, unos garbanzos bien guisados muy al estilo de las caraotas negras, un buen bacalao y unas barandas de titiaros fritos o guineos, podría constituirse en un excelente GRITO DE LA MODA CULINARIA en Portugal… ¡Quién sabe!
Los «hurtos alimenticios» (por llamar de algún modo a las recreaciones o versiones que se hacen de platos de otras latitudes adaptándolos a las condiciones locales) se han producido desde tiempos inmemoriales.
La riqueza y variedad de la gastronomía latinoamericana se la debemos a dos razones fundamentales: a la herencia española, portuguesa, italiana y africana que se mezcló a las tradiciones indígenas locales y a la “apertura” de mentalidad, por razones históricas, a la hora de aceptar y adaptar gustos ajenos a los propios: de ahí nació nuestra hallaca.
El exotismo con aire japonés de la comida peruana, sin duda alguna, se debe a la fuerte inmigración japonesa en ese país que permitió la latinización de muchos platos de “la tierra del sol naciente”. Los brasileños no pueden negar su herencia portuguesa y ningún país latino puede negar la influencia africana (quizá Chile y Argentina no cuentan con ese fabuloso aporte). Todas esas razones hacen de la gastronomía latinoamericana, a mi modo de ver, “patrimonio de la humanidad”… Mientras tanto no se dé el “nombramiento” debemos conformarnos con denominarla, simplemente, como una “excelente gastronomía”.
Si alguien hubiese “decretado” de forma fascista en el siglo XVI que “el uso de la aceituna en semejante mazacote que elaboran esos criollos venezolanos (la hallaca) es una actitud esnobista que merece la cárcel porque la única forma de comerlas es como se comen en España” pues nuestra hallaca, por lo bajito, no tendría aceitunas… Ni hablar de las pasas, las almendras, el vino y el montón de cosas que se le ponen que no son autóctonas de nuestro país…
Por otra parte, vemos la “pobreza” de la gastronomía “yankee”… Pero es que ¿de dónde van a sacar esas pobres almas de Dios algún tipo de acervo gastronómico? Si para empezar, los ingleses no saben cocinar… Bueno, no exageremos, tienen el fulano “fish & chips” y el repugnante “kidney pie” que sabe a orines cuando no es cuidadosamente preparado.
Siempre me impresionó ver a los londinenses en su “lunch time” salir a la calle y comprarse un sandwich de algo y un jugo y comer caminando de vuelta a la oficina por las aceras.
¡No me dejaba de sorprender!
Los viernes, día familiar, la madre pasa por un “fish & chips” y compra “el paquete” (sobre un papel, de aluminio por un lado y parafinado por el otro, ponen una montaña de papas fritas y encima los filetes de pescado que haya comprado –generalmente bacalao fresco al que llaman cod– envuelven el asunto y sale con su paquete bajo el brazo) que lleva al hogar como si ella lo hubiese preparado, la familia se sienta alrededor de la mesa y, allí mismo, se abre el envoltorio (si, sobre la mesa) y con las manos, todos a comer el pescado y las papas agarrando la comida directamente del papel, sin usar ni platos, y a veces ni cubiertos… Para otro momento reservaré mi opinión sobre los baños alfombrados en LAS CASAS DE LOS INGLESES… Eso si, independientemente de mi desagrado por la comida inglesa (aunque reconozco que hay media docena de platos realmente exquisitos), no creo que pudiese condenarlos a cadena perpetua por tener semejantes hábitos. No me parece sano, desde ningún punto de vista, descalificar a los que no tienen nuestros gustos. Es, ¿cómo podría decir?… una actitud muy “quintorrepublicana”.
Llevaba ya varios meses en Inglaterra pero mis primeros 2 meses estuve alquilado en una habitación en la casa de unos hindúes (de ahí mi fobia hacia el curry, que duró más de 10 años – hasta las sábanas y las alfombras olían a curry) así que una vez ubicado en casa de ingleses “de la vida real” empecé a oír hablar del fulano “kidney pie”… Un buen día, en medio de una reunión, «me presentaron» un trozo de aquella “exquisitez”… Era, efectivamente, un “pie” pero relleno de riñones que NO HABÍAN LAVADO CORRECTAMENTE antes de preparar… está de más que describa en detalle su nauseabundo sabor (y olor)… Apartando estos dos “legados” británicos ¿qué le quedó a los pobres gringos que superara al “tasajo” de sus aborígenes o a la herencia gastronómica española de los estados del Sur?
Nunca dejaré de preguntarme qué de «TEX» tiene la comida TexMex… Pero allí está… IMPÚDICAMENTE denominada “Comida TexMex”… ¡Hay que tener la cara dura!
Todos reconocemos a la tortilla de papas como uno de los platos más representativos de la gastronomía española, así como la pizza y la pasta a la napolitana como de los más representativos de la gastronomía italiana… ¿cierto?
Antes del descubrimiento de América ¿cómo hacían los españoles para hacer su famosa tortilla SIN PAPAS, los italianos para hacer una pizza y los napolitanos en particular para hacer alguno de sus platos SIN TOMATES? ¿No fue Marco Polo el que llevó por primera vez a Italia la pasta que había “descubierto” en su viaje a la China?
¡Sabrá Dios desde cuándo comían PASTA los chinos!, pero nadie piensa en China o en chinos cuando se dice la palabra PASTA… Seguramente de haber existido el término “deconstrucción”, ¿algún chino habría podido condenar a algún italiano por “deconstruir” la clásica forma de sus milenarios nuddles?